La piel grasa se caracteriza por exceso de sebo facial y poros visibles, muy abiertos, y muy frecuentemente, con presencia de acné y puntos negros. Además, la mayoría de las veces las personas que tienen la piel grasa sienten sensación de incomodidad y "suciedad" a lo largo del día, a pesar de haberse lavado el rostro hace pocos minutos.

La piel grasa es hereditaria, es decir, que es genética. Normalmente, si tus padres tienen la piel grasa hay una alta probabilidad de que tú también tengas la piel grasa. Aún así, el exceso de sebo puede ser causado también por factores hormonales, en concreto una presencia muy fuerte de testosterona, por una ingesta elevada de azúcar o lácteos, estrés o falta de hidratación.

No podemos evitar tener la piel grasa, puesto que es un factor genético. Pero sí que podemos minimizar en gran medida la sobreproducción de sebo para que no nos moleste en nuestro día a día.

Lo más importante es una correcta limpieza del rostro, especialmente si nos maquillamos a diario, y el uso de ingredientes no comedogénicos o pesados (evitar los ingredientes propensos a obstruir el poro).

Además, es importante elegir texturas ligeras como el gel y con mucha cantidad de agua.

Los ingredientes seborreguladores, como la niacinamida y el aceite de jojoba, ayudan a mantener a raya los brillos. Si, además, tienes tendencia a tener muchos puntos negros y los poros visiblemente muy abiertos, cualquier producto con BHA te irá genial para eliminarlos sin irritar tu piel. En cuanto a ingredientes que es preferible evitar, estarían los ingredientes comedogénicos (tendentes a obstruir el poro), muy nutritivos y emolientes, como las mantecas (de karité, por ejemplo), la urea o los aceites de coco, cacao y oliva.