Lamentamos las molestias.
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¿Tienes la piel sensible, pero no te queda claro si sufres de alguna condición dermatológica o simplemente es reactiva? ¿No sabes la diferencia entre piel sensible y sensibilizada? ¡No te preocupes! Aquí resolveremos todas tus dudas.
La piel sensible es una condición que se da en aquellas personas cuya barrera de la piel es débil o muy fina. Además, suele ser hereditario o genético, por lo que una piel sensible siempre será sensible, no solo de manera puntual.
En cambio, una piel sensibilizada es una condición que se da cuando algunos factores externos agresivos alteran la barrera de la piel puntualmente, causando rojez, piel escamada y deshidratación. ¡No tienes porqué tener la piel sensible para tenerla sensibilizada! Puede darse cuando te exfolias en exceso, cuando te quemas o cuando tienes alguna reacción alérgica.
Las personas cuya piel es sensible probablemente lo tengan muy claro: notan la piel tirante, ardor, picor o sensación de cosquilleo. Además, la piel se enrojece con mucha facilidad si tenemos mucho calor o si nos aplicamos algún producto muy fuerte como un exfoliante o alguna crema con muchos activos.
Si tienes la piel sensibilizada lo más habitual es que la notes muy incómoda y molesta cuando antes no la tenías así. Puede verse muy roja o con escamitas, o incluso puedes sentir dolor o ardor cuando la tocas. Lo ideal en estos casos es eliminar todos los activos y tratamientos de tu rutina y enfocarte en los básicos durante algunas semanas para darle a tu piel la oportunidad de sanar. Son ideales los ingredientes regeneradores como el pantenol, las ceramidas o la mucina de caracol.
Hay varias cosas que podemos hacer para calmar las rojeces de la piel. En primer lugar, podemos ayudar a la piel con hábitos saludables: no fumes o bebas alcohol si tiendes a tener rojeces en la piel, ya que lo empeoran, intenta llevar ropa holgada y fresca y evita la comida muy caliente o picante. Además, es bueno mantenerse a la sombra y al fresco siempre que sea posible, para no irritar más la piel con quemaduras.
Por otro lado, puedes calmar la piel con ingredientes también: busca productos que contengan ingredientes como la niacinamida, la aloe vera, la centella asiática, cica o madecassoside, y el guayazuleno o spirulina. Estos bajarán la temperatura de tu piel y calmarán desde brotes de acné, hasta la piel más rebelde y alterada.
La rosácea es una afección de la piel que causa el enrojecimiento y los vasos sanguíneos visibles en el rostro, sobre todo en las mejillas. Además, puede estar acompañada de ardor y brotes de acné inflamatorio en la zona debido a la debilidad de la barrera de la piel. Puede tener cura y se puede mantener bajo control.
Por otro lado, la cuperosis es una rosácea evolucionada o que no se ha tratado. Es fácilmente reconocible por la aparición de venas varicosas en el rostro, sobre todo en la nariz. Viene acompañada de brotes de acné inflamatorio y ardor en la zona afectada y puede ser consecuencia del consumo excesivo de alcohol o de presión arterial alta. Puede mejorarse su aspecto con ayuda de cirugías o terapias de láser.
Para ambas afecciones recomendamos acudir a un profesional médico puesto que no pueden curarse con productos convencionales.
La dermatitis atópica es una enfermedad de la piel que provoca enrojecimiento y picor en la piel no solo del rostro, sino de todo el cuerpo, puesto que es una respuesta antiinflamatoria. Es muy difícil de curar, pero puede mantenerse bajo control con las curas adecuadas y tomando medidas de hábitos saludables. Las personas que sufren dermatitis suelen tener episodios periódicos en los que un brote se vuelve incontrolable debido a situaciones de estrés o cambios de temperatura/ambiente.
Recomendamos acudir a un profesional médico para su correcto manejo.